domingo, 23 de enero de 2011

LA SIMBOLOGIA ARAGONESA

El Escudo de Aragón en su forma actual, con cuatro emblemas o 'cuarteles', ha cumplido en 1999 medio milenio de existencia; aunque tres de sus cuatro componentes son mucho más antiguos. Apareció en la primera historia oficial de Aragón, obra de Gauberto Fabricio de Vagad. Soldado y escritor, monje cisterciense al final de su vida, fue alférez de don Alonso de Aragón, Arzobispo de Zaragoza y lugarteniente del Reino en nombre de su hermano, Fernando 'El Católico', monarca del que Guaberto Vagad fue Cronista Mayor. Escribió su historia 'por mandato y ruego de los Señores Diputados del Reyno de Aragón'. Fue editada en Zaragoza, por las prensas del impresor alemán y 'magnifico maestre Paulo Hurus, de la imperial ciudad de Constanza', el 12 de septiembre de 1499. En la cubierta de esta 'Crónica de Aragón' -aquí reproducida- aparece, de mano anónima, un hermoso grabado con blasón de Aragón, en el que figura un primer cuartel innovador: el Arbol de Sobrarbe. Los otros tres emblemas som mucho más antiguos. Pero esta versión fue la que se convirtió en escudo de Aragón. En tiempos más recientes, opinó en su favor la Real Academia de la Historia (1921) y fue asumido (1987) por la Diputación General de Aragón desde el momento mismo de su renacimiento constitucional. 

El escudo de Aragón expresa la historia milenaria del Reino desde sus orígenes remotos. Sus tres primeros emblemas resumen sendas batallas ganadas, según la leyenda, por los aragoneses con auxilio celestial, sibolizado en tres cruces.
El Arbol de Sobrarbe (Primer cuartel) y La Cruz de Iñigo Arista (Segundo Cuartel) recuerdan las luchas de los montañeses del Pirineo aragonés oriental (el Arbol) y occidental (la Cruz) en los siglos iniciales de la ocupación musulmana. Rememoran, ademas, la ancestral vinculación de Aragón y Navarra (pues Arista fue caudillo de aragoneses y pamploneses) y la doctrina aragonesa (basada en los míticos fueros de Sobrarbe) del predominio de la ley sobre el rey, de donde procederían las famosas 'libertades aragonesas'.
El tercer cuartel recuerda la toma de Huesca en 1096 por Pedro I y por su hermano, el futuro Alfonso I 'El Batallador' (que tomaría Zaragoza en 1118), con ayuda de San Jorge a caballo, cuya cruz roja sobre planta es lo principal del símbolo.
Por último, las Barras de Aragón (cuarto cuartel), que incorporó, por pacto matrimonial suscrito por Ramiro II, a la Casa de Barcelona (1137) y, por conquista de Jaime I, los Reinos de Mallorca (1229) y de Valencia (1238).
Aragón timbra o remata hoy su blasón de armas con una corona real de oro, abierta, en recuerdo de su antigüedad, pues la corona cerrada con bonete rojo se usa, en España, desde la Casa de Austria. La bandera de Aragón es el antiguo Señal Real de la Casa de Aragón, con escudo de 1499, coronado. En España y fuera de ella, el Señal de Aragón hermana, con sus barras, a Aragón con otras tierras y paises y, en especial, con Cataluña, Baleares y Valencia, que han formado con las barras sus respectivas 'senyeras'. Mallorca y Valencia las obtuvieron de los reyes en el siglo XIII y Cataluña las adoptó en el siglo XVIII. El Señal de Aragón representa, así, a toda la Corona de Aragón en el escudo de España.
El Justicia de Aragón emplea el escudo de 1499, con su Angel, para simbolizar la vigilancia y protección de los derechos de los aragoneses. 

COMPOSICION
'
 Primer cuartel, sobre campo de oro, una encina desarraigada, con siete raigones, en sus colores naturales, coronada por cruz latina cortada y de gules (color rojo).





Segundo, sobre campo de azur, cruz patada (con los brazos que se ensanchan) de plata, apuntada en el brazo inferior y adiestrada en el cantón de jefe (en la parte superior derecha del cuartel).

 












Tercero sobre campo de plata, una cruz de San Jorge, de gules cantonada (con uno en cada esquina) de cuatro cabezas de moro, de sable (color negro) y encintadas (con diadema colgante) de plata.




 
Cuarto, sobre campo de oro, cuatro palos gules, iguales entre sí y a los espacios de campo.
 












El escudo va timbrado con Corona Real abierta de ocho florones, cuatro de ellos visibles, con perlas, ocho flores de lis, cinco visibles, con rubíes y esmeraldas en el aro, en proproción (de altura) con el escudo de dos y medio a seis'.






Aqui tambien hay leyenda romantica....

LA LEYENDA de San Jorge, forjada en Oriente y difundida en Occidente de forma amplia a raíz de las Cruzadas, aúna la descripción del martirio del santo y el mito pagano de la victoria sobre el dragón, cristianizado a su vez por las fuentes medievales. La versión más antigua de la pasión del mártir es la de Pasícrates, tachada de extravagante por la Iglesia. Incluye sin embargo un dato de importancia: el martirio de San Jorge tuvo lugar el octavo día antes de las calendas de mayo a la hora sexta; es decir el 23 de abril al mediodía.

La Iglesia prefirió las denominadas Actas Griega
s de San Jorge, conservadas en la edición de Lipomano y Surio, según un manuscrito vaticano en latín. No obstante la popularización de San Jorge vino definitivamente con la difusión de La Leyenda Dorada de Santiago de La Vorágine en el siglo XIII.
   San Jorge parece ser el trasunto de un personaje histórico poco conocido, no obstante. La reinterpretación legendaria mezcla dichas reminiscencias con mitos. San Jorge habría nacido en Capadocia y habría sido instruido en la piedad cristiana por su madre, con la que marchó a Palestina, tras la muerte del padre. Por su origen noble fue nombrado tribuno militar. Rico heredero, al morir su madre, entró al servicio del emperador romano. Pero cuando ve las crueldades a que son sometidos los cristianos, reparte su riqueza y se enfrenta a las autoridades y al propio emperador.

Las fuentes hagiográficas recogen con variantes los terribles martirios a que San Jorge es sometido por defender su fe: atado a una rueda de cuchillos, arrojado a cal viva, sumergido en plomo ardiente, obligado a beber veneno, y finalmente, tras provocar conversiones y resurrecciones, es decapitado.
   La leyenda del dragón convirtió a San Jorge en un caballero vencedor de la tiranía. La ciudad libia de Silca estaba domeñada por un terrible dragón que se ocultaba en un gran lago. El monstruo despedía un terrible hedor que infestaba todos los alrededores. Había que alimentarlo para que no fuese a reclamar su comida a la ciudad.
    Llegó un momento que no hubo más alimento para el dragón que los propios habitantes de Silca, quienes debían sortearse el sacrificio.

Un día la mala suerte recayó en la hija del rey. La princesa, resignada a su destino, se disponía ya a cumplir su terrible deber, cuando apareció San Jorge. La doncella le contó la terrorífica historia y el santo caballero se enfrentó al dragón al que doblegó y entrego prisionero y moribundo a la princesa para que lo condujera a la ciudad. Cuando todos los habitantes de Silca se hubieron convertido, San Jorge mató al dragón.
   Este episodio del dragón llega a Occidente desde Siria en el siglo XI por medio de los cruzados. Simbólicamente el dragón enlaza con la idea oriental, especialmente sumerial, del gran adversario, y del caos primigenio de la cosmología mesopotámica. En el texto de la Leyenda Dorada alude a la peste, a las frecuentes y mortíferas plagas medievales.

La idea de enemigo primordial, y de la lucha heróica desplegada contra él, está además en relación con todos los mitos solares del Mediterráneo oriental, y es por extensión la representación del enemigo de Cristo y su pueblo. Enlaza por tanto con la lucha de la reconquista en territorio penínsular y con el milagro de la Batalla de Alcoraz en tierras aragonesas.


LA BATALLA DE ALCORAZ   tuvo lugar en el año 1096 en las cercanías de Huesca.  El ejército aragonés asediaba la ciudad, dirigido por el rey Sancho Ramírez, desde el campamento establecido en el cerro de San Jorge. El combate queda trabado cuando llegan las tropas musulmanas desde Zaragoza y en él pierde la vida el rey Sancho Ramírez. La tradición asegura la aparición de San Jorge en la batalla, ganada por los cristianos.  Huesca se rindió a continuación al rey Pedro I:

"...invocando al Rey el auxilio de Dios nuestro señor, apareció el glorioso cavallero y martir S. George, con armas blancas y resplandecientes, en un muy poderosos cavallo enjaeçado con paramentos plateados, con un cavallero en las ancas, y ambos a dos con Cruces rojas en los pechos y escudos, divisa de todos los que en aquel tiempo defendían y conquistavan la tierra Santa, que aora es la Cruz y habito de los cavalleros de Montesa.
    Y haziendo la señal al cavallero que se apeasse, començaron a combatir ambos a dos tan fuerte y denodadamente contra los Moros, dandoles tan mortales golpes, el uno a pie, y el otro a cavallo: que abriendo carrera por do quiera que yuan, recogían y acaudillavan los Christianos. El cavallero que traxo el santo martir, dize la historia de S. Iuan de la Peña alegada por Çurita, que era Aleman, al qual en aquel día y hora peleaba en Antiochia con los demas cruzados, mataron los moros el cavallo, y lo rodearon para matarle; y a este punto le apareció el gloriosos S. George, sin que el buen cavallero Aleman entendiese ni supiese quien era ... y ayudole a subir en las ancas de su cavallo, y sacole de su batalla, y subitamente lo transporto a Aragón, al lugar donde era la batalla del Rey don Pedro con los Moros, y señalole que se apeasee y peleasse....
   Espantaronse los enemigos de la fe viendo aquellos dos cavalleros cruçados, el uno a pie, y el otro a cavallo: y como Dios les perseguía empeçaron de huyr quien mas podía. Por el contrario los Christianos, aunque se maravillaron viendo la nueva divisa de la Cruz: pero en ser Cruz se alegraron, y cobraron esfuerço hiriendo en los Moros: y assi los arrancaron del campo y acabaron de vencer" (La batalla de Alcoraz según Diego de Aínsa, 1619).

Tras Alcoraz, y sobre todo a partir del siglo XIII, se populariza la protección de San Jorge sobre la Corona de Aragón, dando lugar a nuevas tradiciones sobre apariciones en combates. Jaime I, cronista y rey, cuenta que en la campaña contra Valencia algunos nobles y caballeros entre aragoneses y catalanes le explicaron que cuando ellos "estuviesen en un monte que ahora se llama Santa María del Puig, y contra ellos viniese toda la morisma, en la gran batalla se que se entabló entre ellos, se apareció San Jorge con muchos caballeros del paraíso que ayudaron a vencer en la batalla en la que no murió cristiano alguno".
  El mismo Jaime I narra que en la conquista de Mallorca, "según le contaron los sarracenos, estos vieron entrar primero a caballo a un caballero blanco con armas blancas". Para el rey este caballero fue San Jorge, "pues encuentro en otras historias que en otras batallas lo han visto muchas veces cristianos y sarracenos".

   Los cruzados habían traído desde Tierra Santa, donde San Jorge era famoso por sus proezas, el valor de lo maravilloso y la cortesanía que el santo representa. La condición de caballero y esforzado guerrero de San Jorge abocaba lógicamente su patrocinio sobre los ejércitos aragoneses empeñados en la Reconquista durante siglos.


   ARAGÓN quedó ligado a la figura de San Jorge a raíz de la tradición de la aparición del santo caballero en la batalla de Alcoraz. Alusiva a este episodio es la divisa de la cruz de San Jorge (cruz roja sobre fondo blanco) y las cuatro cabezas de moros. La divisa, convertida en la de Aragón, será citada en las Ordinaciones de Pedro IV el Ceremonioso, rey devoto de San Jorge.

Con ocasión del enfrentamiento con Pedro I de Castilla, el Ceremonioso envío cartas a sus ejércitos para que portasen
"señeras con la señal de San Jorge" (1356-1359). Los reyes aragoneses adoptarán además como emblema el dragón - el drac- que aparecerá en las cimeras de sus vestimentas ornamentales. San Jorge presidirá la capilla del palacio zaragozano de La Aljafería y será invocado en todas las iglesias del Reino buscando su intercesión en favor de las victorias aragonesas. También será el patrón de la expedición a Grecia.

  La devoción a San Jorge era casi exclusiva del monarca y los caballeros. Durante el siglo XIII las modas caballerescas favorecen la aparición de cofradías y órdenes militares, muchas de ellas bajo el patronazgo del santo. En la renovación de la caballería desempeñará un papel importante una obra, atribuida a Pedro IV, titulada "Obra de mosén Jordí e de cavalleria". Anterior a 1371 es la "empresa" también de Pedro IV que establece que "al servicio de Dios y de nuestra dueña Santa María y en reverencia del bienaventurado mosén San Jorge, se haga una empresa de nobles y de caballeros escritos en la forma que se dice y que se llame a los inscritos caballeros de San Jorge".

De especial importancia fue también la fundación en Huesca de la Cofradía de San Jorge, mencionada ya en 1243. Otra cofradía dedicada a San Jorge se instituyó en Teruel en 1263 con la protección del rey Jaime I.
En el siglo XV se constituye en Zaragoza la cofradía de Justadores, bajo el patrocinio de San Jorge. Cuando a comienzos del siglo XVI, Fernando II confirma su normativa, se ha convertido ya en el Capítulo de Caballeros e Infanzones de San Jorge. Llegó a reunir a la baja y alta nobleza aragonesa.

El influjo de la tradición georgina se advierte en la misma Diputación del Reino aragonés, que adoptará la simbología del santo en los sellos de validación de sus documentos, erigirá una capilla en su honor y dará su nombre a la sala principal del palacio, donde en un lugar privilegiado se colocará una imagen de San Jorge.
Las iglesias más antiguas consagradas al culto de San Jorge aparecen radicadas en tierras oscenses. Las primeras serían una en Monzón, citada en 1090, y otra la de San Jorge de las Boqueras, cerca de Huesca, de la que se tienen noticias en 1094, que debe ser la conocida como de San Jorge del Pueyo de Sancho, recuerdo constante de la batalla de Alcoraz. Otras iglesias dedicadas a lo largo del territorio aragonés se localizan por lo menos desde el siglo XVI en Alcará de Gurrea, Bastarás, Chimillas, Daroca, Alarba, Almonacid de la Cuba, Borja, Moyuela, etc.


No hay comentarios:

Publicar un comentario